Cuando uno se plantea usar una distribución GNU/Linux donde prime la estabilidad, lo más inmediato en que debe pensar, si se es usuario ya con cierta experiencia, es en Debian. Luego, al menos a mí me ocurre así, surge la eterna duda entre la rama a escoger: estable está muy bien, pero algunos paquetes son del pleistoceno… Y testing también es muy recomendable, pero las actualizaciones de seguridad tardan en llegar… Tal vez Sid, pero la palabra inestable… ¿yo no buscaba justo lo contrario? Al final, uno termina por concluir que «teta y sopa no caben en la boca», o dicho de otro modo, no se puede usar lo nuevo y lo totalmente estable a la vez. Hay que decidirse por una de las dos aproximaciones. O, tal vez, haya gente que ha pensado que la mezcla de ambas podría resultar. Aquí entra en juego la distribución que analizamos hoy.