Confianza ciega
Cuando una empresa crece, llega un momento en que un jefe debe delegar, porque no puede estar pendiente de todo. Esto es lógico y evidente. Más si cabe si el jefe está fuera de la oficina buena parte del día.
También es evidente que a esta persona en la que se delega se le tiene que dar un margen de confianza y de autogobierno. Si un jefe contradice cada dos por tres a su subalterno, da al trabajador una sensación de desgobierno y al subalterno una sensación de humillación.