Yo a China y tú a California: un vistazo a MIUI

Si sois tan desconfiados como lo era yo hasta hace unas semanas, seguro que pensáis que todos los concursos están amañados de alguna forma. Que eso de apuntarse y esperar que te toque uno de los viajes para dos personas que sortea tal o cual marca es pecar de ingenuo. Yo así lo creía, supongo que porque nunca jamás me correspondió ganar nada donde solamente el azar decidiese. Pero, fíjate qué cosas, mi compañía de telefonía de color naranja – o acaso el karma – tuvieron a bien resarcirme por el año de sufrimiento que supuso mi conexión ADSL a 6 Mb que no llegaba a 3 y se cortaba a cada instante: me apunté a un sorteo de los que hacen mensualmente durante 12 meses para celebrar sus diez años de existencia… y me tocó un iPhone 7 de 32 Gb.

Cuando me dieron la noticia no supe qué pensar. En realidad, yo no quería un iPhone 7, me inscribí al concurso casi por inercia y no pensé ni por asomo que me fuese a bendecir la diosa fortuna. No es cuestión de filias y fobias, aunque lo pueda parecer por ser este un blog cuya temática versa, mayoritariamente, sobre software libre, que vendría a ser algo tan opuesto a lo que pregonan los de Cupertino que no se podría estar más en las antípodas. Es más un asunto relacionado con… un momento, ¡sí que es una cuestión de libertad! Me resultó lamentable la desaparición del conector estándar de auriculares y la obligación de gastarse un pastón en cualquier accesorio o reparación del dichoso teléfono. Es tan contrario a mi modo de ver las cosas que solo pude pensar, en cuanto me lo comunicaron, en vender el teléfono y sacar tajada. ¿Se aprecia la ironía del asunto? La avidez de beneficios de Apple me lleva a la necesidad de ser igualmente ambicioso y aprovecharme…

Bromas aparte, no creo que el iPhone sea para nada un mal teléfono. Estoy seguro de que funciona como la seda, que para eso el binomio software-hardware está perfectamente controlado al milímetro, como en todos los productos de la compañía. Ni siquiera lo puedo afirmar de primera mano, pues no sucumbí a la tentación de desprecintarlo y probarlo por temor a que perdiese su valor, su mística de coleccionismo. O por no echar a andar la garantía, que esa es otra. De manera que me quedé sin conocer las bondades del aparato. Al final, opté por el pragmatismo: jubilé mi Samsung Galaxy S4 (horrenda actualización a Lollipop que arruinó varias cosas en lo que fue un gran terminal) de segunda mano, vendí mi flamante teléfono de la manzanita y saqué para renovar la tele, hacerme con un fantástico Xiaomi Redmi 3S Pro y, gracias a la bacanal del consumismo también llamada «Black Friday» y su extensión «Cyber Monday» hasta me sobró dinero.

Os suelto todo este rollo para poneros en situación, porque yo en realidad he venido a hablaros de mi nuevo terminal y su sistema operativo, un completo firmware basado en Android llamado MIUI.

¿Qué es MIUI?

Desde su aparición en 2010, los teléfonos del fabricante chino Xiaomi han ido poblando el mercado, comenzado como es natural por el asiático y extendiéndose, ayudados por las buenas críticas y el «boca a boca», hasta llegar al resto del mundo. En España ya no es preciso comprarlos en tiendas online de China, pues lo tenemos disponible con envío y garantía aplicable en nuestro país, además de venir completamente traducidos al castellano. Ignoro si esto es posible al otro lado del charco.

Pues bien, desde sus orígenes se han caracterizado por incorporar una versión de Android, un firmware que califican como software de código libre con partes cerradas. Yo más bien diría que es código cerrado con partes abiertas, a tenor de la extensión de unas y otras, pero no nos vamos a poner tiquismiquis con esto: me basta con que tengamos todos claro que no es software libre en su totalidad. Hay partes, como el kernel, bajo la GNU General Public License v3, otras bajo la Apache License 2.0 y otras, definitivamente, con carácter de software privativo.

La versión que incorpora mi terminal es la número 8, basada en Android 6.0.1 Marshmallow, a la que se nos ofrece actualizar al poco de encender el móvil por vez primera (viene de fábrica con la 7).

Experiencia de uso

He tenido varios móviles Android hasta la fecha. Dos de ellos eran Samsung, con lo que ello implica (la capa de personalización TouchWiz) y otro Motorola. Este último ofrecía una experiencia muy parecida a lo que sería usar Android puro o AOSP: fluidez y práctica ausencia de errores destacables en los casi dos años que me dio servicio. Para ser sincero esperaba de MIUI algo más parecido a TouchWiz que a AOSP, pero me he llevado una muy grata sorpresa: estéticamente más logrado y tan fluido como este último, si no más.

El desempeño es fenomenal, no se aprecia retardo alguno en las operaciones habituales que hago con el móvil, que suelen ser navegar, tareas relacionadas con este vuestro blog, uso intensivo de Telegram, salir a correr con Runtastic y Spotify de fondo y algún juego ocasional, de los que apenas consumen recursos. Bien es verdad que el hardware, cuyas especificaciones encontraréis al final del texto, vale mucho más de lo que cuesta y se nota una barbaridad. Pero creedme, he conocido móviles con tremendas características echados a perder por un firmware pesado y errático. Es por ello que considero justo darle a MIUI el mérito al que creo se ha hecho acreedor.

Lo que más me gusta de MIUI

Empiezo por lo primordial para mí, que no es otra cosa que no tener que estar pendiente todo el día del dichoso cargador.

Uso de la batería. Estamos hablando de un terminal con una capacidad bestial (4000 mAh), con lo que podríamos pensar que vale cualquier firmware, pero me reitero en lo que comentaba más arriba. Con diversas herramientas para el control de lo que hace cada aplicación podemos evitar el consumo exagerado de recursos, lo que redunda en nuestro beneficio. En mi caso he tenido que cargar ya el móvil por aburrimiento, tras 48 horas de uso con todavía un 30 por ciento restante. Impresionante.

Aplicaciones propias. Obviando la nube propia de Xiaomi, de nombre MI, que he preferido no utilizar al disponer ya de mis propias soluciones respetuosas con la privacidad, como OwnCloud, el resto de programas incluidos en MIUI son agradables a la vista e intuitivos al uso. Me gusta la aplicación de correo, que permite la bandeja combinada y funciona bien con todas mis cuentas – algo que nunca logré con la aplicación de Gmail – así como Clima, que utiliza Accuweather como proveedor y cuyo icono va cambiando en función de la meteorología y la temperatura. El programa Seguridad incluye un antivirus de Avast y nos brinda la oportunidad de otorgar y quitar permisos a las aplicaciones de un modo exhaustivo. Tenemos control absoluto sobre lo que cada una puede hacer y no, algo que puede resultar engorroso para los menos duchos en la materia pero que a mí se me antoja de una gran utilidad.

Diseño. Algunos lo acusan de presentar excesivas similitudes en su apariencia con el sistema operativo de Apple para iPhone (iOS) y otros con la capa TouchWiz de Samsung. A decir verdad está todo más que inventado y es cierto que los iconos y notificaciones, además de la barra superior, son todos muy parecidos. No me molesta para nada, más bien al contrario, pues si algo he admirado siempre de Apple es su gusto a la hora de diseñar.

Lo que me gusta un poco menos

El mantenimiento de la objetividad bien merece el esfuerzo, pero lo cierto es que me ha costado buscar algún inconveniente a mi nuevo teléfono y su sistema operativo. Lo intentaré, aunque sea solo una:

Demasiadas cosas que configurar. ¿Cómo? ¿Es posible que eso sea un defecto y no una virtud? Pues, depende. No todo el mundo tiene el tiempo, ganas o conocimiento para adecuar un sistema altamente configurable a sus necesidades. La mayoría de usuarios, de hecho, buscan un teléfono que funcione sin más. Y con MIUI, esto no es del todo así…

El ejemplo más claro lo tenemos en las notificaciones de WhatsApp. Me he encontrado en mis búsquedas por la red a varios usuarios con el problema que también tuve yo al principio, antes de documentarme: no se muestran notificaciones con el programa cerrado. Ninguno de los teléfonos que he tenido hasta el momento habían presentado algo siquiera similar. La explicación – y la solución – la encontramos en los permisos, como dije antes, más que completos, de modo que necesitamos autorizar a WhatsApp o a cualquier otra aplicación, para que siga funcionando en segundo plano. Una vez fijado esto, el comportamiento es el mismo que en cualquier otro sistema Android.

No funciona el modo almacenamiento masivo. Al menos, no lo hace de primeras, por lo que he podido averiguar. Existen aplicaciones de terceros que habilitan esta forma de acceso, indispensable para usuarios que no disfrutan de las ventajas de KDEConnect a la hora de compartir archivos entre el teléfono y el ordenador. Yo no he profundizado mucho en el tema, puesto que la solución ya me la proporciona dicha maravilla de la programación.

¿Y eso es todo? ¿Ninguna otra pega que poner? Os podrá sorprender más o menos, pero así es. Estoy muy contento con lo rápido que capta la señal GPS, la autonomía, el funcionamiento de KDEConnect – que en otros teléfonos me hacía cosas raras a veces – la organización de aplicaciones en cajones (especie de carpetas), la velocidad de la cámara, el lector de huellas que no falla nunca… Sin lugar a dudas se trata del mejor teléfono que he tenido hasta la fecha, siendo, paradójicamente, el que menos dinero me ha costado.

Como comprenderéis, el presente artículo no es una revisión de un Xiaomi Redmi 3S Pro (o Prime, que también se llama así). Para eso tenéis otras webs especializadas que a buen seguro todos conocéis de sobra. Es un simple vistazo, una opinión como todas (subjetiva) acerca de un sistema que desconocía y que me ha resultado una gozada poder usar en mi día a día. No me queda más que recomendarlo a quien esté pensando en cambiar de teléfono y busque opciones económicas con un rendimiento óptimo.

Tampoco es una comparativa donde se afirme que un Xiaomi de gama media es mejor teléfono que un iPhone. Esto que quede bien claro, que no deseo perder tiempo refugiándome de hordas de simpatizantes de Apple que vienen en mi busca para lincharme. Como comentaba, no he probado un iPhone, estoy seguro de que es un pedazo de móvil, pero yo prefiero gastar mi dinero en otras cosas.

Ah, una última cosa: Xiaomi no me ha pagado un céntimo (si algún directivo de la compañía me está leyendo, abajo junto a mi careto tiene el enlace de mi Paypal, guiño, guiño) pero considero que, al igual que los malos productos hay que criticarlos, es de recibo ensalzar aquellos con los que consideramos que hemos acertado de pleno. Yo lo tengo claro: no cambio mi Xiaomi con MIUI por el mejor iPhone. Llamadme loco pero es lo que hay.

Salud

Especificaciones técnicas del teléfono:

Xiaomi Redmi 3S Pro

Pantalla LCD IPS de 5″ (720×1280)

Procesador Qualcomm Snapdragon 430 Octacore

RAM 3 Gb

Almacenamiento interno 32 Gb

Cámara trasera de 13 Mpx y delantera de 5 Mpx

Batería 4.000 mAh

PD: La imagen de cabecera es una fotografía propia del autor que puede ser utilizada libremente. Las imágenes del artículo son capturas de pantalla del móvil del autor, igualmente libres de utilizar citando la fuente.