Verificar espacio en disco en GNU Linux con Ncdu
El artículo de hoy será bastante técnico, ya que hablaremos de la herramienta Ncdu, que nos permitirá obtener el espacio ocupado por ficheros y directorios en nuestros sistemas operativos preferidos.
En Colaboratorio le damos mucha importancia a la enseñanza y la pedagogía en lo referente a software, hardware y redes libres. Para conseguir una mejor comprensión de la gran cantidad de experiencias que vamos a incluir en el blog creemos necesario organizar niveles de aprendizaje. De esta forma, las personas que sigan Colaboratorio podrán acceder al nivel de usuaria o usuario en que se encuentren en cada momento, y continuar su aprendizaje sin dificultad para subir el siguiente escalón cada vez que lo requieran.
El artículo de hoy será bastante técnico, ya que hablaremos de la herramienta Ncdu, que nos permitirá obtener el espacio ocupado por ficheros y directorios en nuestros sistemas operativos preferidos.
Hola amigas y amigos. Hoy os voy a hablar de un tema que hace tiempo que quería probar. Os explico un poco. Hace años que trabajo con servidores web. Mis primeras experiencias fueron con Apache, el servidor web número uno en el mundo, quizá uno de los más estables y versátiles. Con el paso del tiempo, es cierto, no me terminaba de gustar el uso que hacía de la memoria, teniendo en cuenta que en mis servidores personales no disponía de muchos recursos por un tema económico evidente. Finalmente me decidí a cambiar a Nginx, que por aquel entonces (al igual que ahora) tenía buena fama en su relación rendimiento/recursos. Y hasta ahora he estado muy contento. Pero pasa que el sistema se puede exprimir aún más, creo yo, y ahí tenemos la idea del artículo.
Tal y como he comentado, Apache es muy potente, pero no termina de jugar bien con la memoria. En cambio Nginx tiene problemas con el contenido dinámico (es genial para el estático), ya que necesita módulos como php-fpm para hacerlo funcionar. Sabiendo esto, ¿por qué no hacemos que trabajen juntos? De esta manera aprovechamos sus potenciales y solapamos sus carencias.
En los tiempos que corren con las nuevas tecnologías, mientras pestañeas ya han aparecido nuevos proyectos que marcarán la informática de los próximos años y otros que mueren, por el mero desuso. Entre toda esta vorágine, Docker, un sistema de contenedores, continuador de otros proyectos como las jaulas chroot y los Linux Containers (LXC), está revolucionado todo el mundo de la administración de sistemas. Y el fin de este artículo, primero de una serie sobre el tema, es justamente ése, averiguar el porqué de su éxito, además de su instalación, configuración e implementación.
Acudir a una tienda especializada en fotografía puede ser una experiencia muy peligrosa. Lo más probable es que, al salir de la tienda, te encuentres con un par de bolsas bien nutridas de cachibaches que no habías pensado adquirir, y, lo que es peor, con tu tarjeta de crédito pidiendo a gritos un minuto de respiro. Lo mismo se aplica a las cada vez más frecuentes compras por internet, con la diferencia de que en la compra «física» al menos te das un paseo.
En mi último artículo, donde os contaba mis impresiones sobre MIUI y un teléfono móvil Xiaomi, mencionaba casi de pasada cierta plusvalía generada con la venta de mi iPhone 7 que me había servido para renovar la televisión de casa. Mi antiguo aparato era HD ready y no permitía sintonizar las cadenas en alta definición, algo que tampoco me molestaba en demasía dado el casi siempre pésimo contenido y la igual de lamentable calidad. Tampoco contaba con conexión WiFi, por lo que solía tirar de conexiones directas a mi portátil con Chakra mediante cable HDMI si quería ver algún capítulo de mis series preferidas. Esto ha cambiado del todo con la adquisición de un televisor más moderno, y como en casi todos estos arrebatos consumistas, se generan nuevas necesidades antes desconocidas para mí. De ahí que me viese en la tesitura de tener que aprender un poco sobre el protocolo DLNA y el servicio de contenidos para una red doméstica.
Ya lo sabemos, cuando utilizamos un servicio en Internet que es gratuito significa que el producto somos nosotros. Actualmente hay multitud de servicios en la llamada «nube» que nos ofrecen almacenamiento gratuito desde unos pocos gigabytes hasta decenas de ellos, según nuestras necesidades y las prestaciones del servicio. El problema es que, por norma general, son nubes opacas que suelen estar en otros países, de las que desconocemos sus normas de seguridad y, lo más preocupante, no sabemos qué hacen con nuestros datos.
Para solventar esto existen productos de almacenamiento libres que nos permiten acceder a su código fuente, que cumplen con cierta ética y que, además, nos podemos instalar en nuestros propios sistemas, véase VPS. Uno de ellos es Nextcloud.